miércoles, 3 de abril de 2013

Desde Galicia, con pasión acuática !!!






¿Romántica y melancólica lluvia primaveral?

     No es justo que cuando hablemos de la lluvia solamente la tildemos de romántica, melancólica, nostálgica, melodiosa, purificante, germinadora, emotiva, inspiradora, … y un sinfín de poéticos adjetivos más.

     Efectivamente, un encuentro con la lluvia ofrece todos esos sentimientos y sensaciones a las almas más perceptibles. Pero las sensaciones más fuertes, las que realmente rozan los límites entre lo humano y lo espiritual, entre la fantasía y la realidad, entre lo natural y lo sobrenatural, entre el realismo y el surrealismo, …… esas experiencias , casi religiosas, sólo unos cuantos afortunad@s tenemos el privilegio de vivirlas. Y como en todas las cosas importantes de la vida la clave (y no me refiero a la clave de Sol que ya no recuerdo cómo sonaba)  está en la constancia, … la constancia de vivir durante meses y más meses en compañía de la romántica lluvia y no abandonarla a pesar de los tempestuosos estados de ánimo que manifiesta a  su paso por las diferentes estaciones otoñales, invernales, primaverales, … Ahí está el secreto, en no abandonarla … y en compensación nos ofrece, ni más ni menos, que  vivir en una grandiosa pecera, o sea, en un paraíso acuático.

     Ésta es una experiencia casi indescriptible, porque este tipo de sensaciones no sólo se sienten a flor de piel, ¡no! a medida que pasan los días la sensación traspasa los poros de tu húmeda piel y empiezas a notar que una pequeña metamorfosis está empezando a desarrollarse y paulatinamente va pasando por todas y cada una de sus fases.  Los poros, cada vez más dilatados, se abren y dejan paso a minúsculas, finas, diáfanas e irisadas láminas que elevan tu autoestima al grado más elevado, te sientes bell@ y envidiad@ por tod@s aquel@s que para tener brillo en su piel tienen que recurrir a toda clase de potingues que la engañosa cosmética les proporciona siempre con efectos perecederos. Estas láminas, común y vulgarmente denominadas escamas, son la máxima exaltación de la belleza.

     Empiezas a lucir un brillo espectacular, te admiras hasta el punto de sentirte el ombligo del mundo, y sin pestañear apenas, exploras palmo a palmo tu maravilloso cuerpo hasta que llegas a los pies y descubres que las uñas han crecido espectacularmente, la cutícula ha dejado de ser el punto de encuentro entre uña y carne, y tus extremidades lucen unas dinámicas y esbeltas aletas con las que puedes deslizarte por los charcos al mismo ritmo y compás que los acordes musicales de Tchaikovsky en el Lago de los Cisnes.

     Es entonces cuando llega el momento cumbre: la aceptación de tu nuevo ser ... eres feliz porque has logrado sobrevivir y ahora puedes moverte como pez en el agua.

Atenea








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